sábado, 29 de noviembre de 2014
Salía de casa para pasear a mis perros cuando se acercó un señor, limpio y con una mochila, me dijo que no pedía dinero, que era deportado y que necesitaba una cobija, sentí tanta tristeza de no poder ayudarle, hacía tres días que llevamos ropa y chamarras a un albergue para ancianitos y no tenía nada.
Me disculpé y le dije del albergue, solo pude decirle Dios lo acompañe y lo bendiga por siempre, me contestó " no se preocupe, con su bendición tengo, gracias sra "
Hace días que mi hija compró tela para hacer cobijas a mis perros, pero precisamente una noche antes los perros ya las tenían y ni como darla así.
Iré pronto a comprar mas por si volviera a ofrecerse. Me siento triste por no haber ayudado.
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